Al Rayo también le ha afectado el mal de montaña. La escalada hacia el liderato ha trastornado su sueño del ascenso. Lo quiere y al verlo más cerca ha empezado a dudar. Ya le ha pasado al Betis antes. El Tenerife, que pelea por no descender, ganó con merecimiento (2-1) al líder de la categoría.
El soroche devora campeones. Al Betis lo ha consumido hasta la extenuación física y mental. El Rayo Vallecano acudió a Tenerife y cumplió con la profecía. Es incapaz de ganar en la isla como equipo de Segunda. El equipo de José Ramón Sandoval jugó con parsimonia y se diluyó en ella.
Al Tenerife le urge puntuar. Antonio Tapia le ha dado el equilibrio emocional que necesitaba. Hay concierto para seguir una dirección única: la salvación. El camerunés Kome es el mejor reflejo de este equipo con nuevos bríos. Fue el mejor. Se anticipó al corte en el centro del campo, corrió en todas direcciones y fue valiente a la hora de incorporarse al ataque.
El Rayo fue superado en actitud. Sólo lo tuvo mejor controlado cuando el encuentro entró en su fase más tosca, en las postrimerías del primer tiempo. Se distrajo hasta el público del Heliodoro Rodríguez López con las decisiones del árbitro. Sin razón. A la postre debió agradecerle que no expulsara a un díscolo Dubarbier y que le pitase un penalti a favor que no fue.
Pino Zamorano, el colegiado, adivinó en la segunda parte dos infracciones dentro del área. En la primera señaló una manos inexistentes de Arribas (min. 61). Antonio Hidalgo lo tuvo que lanzar dos veces porque en el primer intento alguien se metió en el área un segundo antes de que pitara. Para el otro penalti aún no ha encontrado explicación este cronista. El culpable, presunto en este caso, fue Pablo Sicilia. Lo anotó Armenteros en el descuento.
Antes de encajar el primer gol Sandoval ya había apostado por la victoria. Reapareció David Aganzo y el Rayo ganó mordiente gracias a esa mezcla de clase y coraje que conforma su fútbol. Sin embargo, fue poco con lo que luchar cuando llegó el 2-0. Lo hizo Nino (min. 61) tras una cesión errónea de Arribas. El central dejó vendido a Cobeño y el delantero tinerfeño marcó de vaselina. Su afición disfrutó.
Al Rayo le puede durar el liderato una semana. Parece que es más fácil perseguir que huir. Puede que comprometa menos. Las últimas jornadas han enseñado que la clave del ascenso directo no es la ambición sino el equilibrio emocional.
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